Los Desacatados en el carnaval porteño.
"Sólo los ojos son capaces aún de dar un grito." René Char
"No hay azar para un fotógrafo. Le pasa lo que está buscando." Bernad Plossu
“La fotografía podría ser esa tenue luz que modestamente nos ayudará a cambiar las cosas." W. Eugene Smith
jueves, 23 de febrero de 2012
lunes, 20 de febrero de 2012
Sergio Larraín, Valparaiso-Chile 1963.
LA CARTA A SU SOBRINO SEBASTIAN DONOSO CUANDO ESTE LE PIDIO CONSEJOS PARA EMPEZAR A SACAR FOTOS
Los caminos de la vida
Por Sergio Larrain
Lo
primero de todo es tener una máquina que a uno le guste, la que más le
guste a uno, porque se trata de estar contento con el cuerpo, con lo que
uno tiene en las manos y el instrumento es clave para el que hace un
oficio, y que sea el mínimo, lo indispensable y nada más. Segundo, tener
una ampliadora a su gusto, la más rica y simple posible (en 35 mm la
más chica que fabrica Leitz es la mejor, te dura para toda la vida).
El juego es partir a la aventura, como un velero, soltar velas. Ir a
Valparaíso o a Chiloé, por las calles todo el día, vagar y vagar por
partes desconocidas y sentarse cuando uno está cansado bajo un árbol,
comprar un plátano o unos panes y así tomar un tren, ir a una parte que a
uno le tinque y mirar, dibujar también, y mirar. Salirse del mundo
conocido, entrar en lo que nunca has visto, dejarse llevar por el gusto,
mucho ir de una parte a otra, por donde te vaya tincando. De a poco vas
encontrando cosas y te van viniendo imágenes, como apariciones las
tomas.
Luego que has vuelto a la casa, revelas, copias y empiezas a mirar
lo que has pescado, todos los peces, y los pones con su scotch al muro,
los copias en hojitas tamaño postal y los miras. Después empiezas a
jugar con las L, a buscar cortes, a encuadrar y vas aprendiendo
composición, geometría. Van encuadrando perfecto con las L y amplías lo
que has encuadrado y lo dejas en la pared. Así vas mirando, para ir
viendo. Cuando se te hace seguro que una foto es mala, al canasto al
tiro. La mejor las subes un poco más alto en la pared, al final guardas
las buenas y nada más (guardar lo mediocre te estanca en lo mediocre).
En el tope nada más lo que se guarda, todo lo demás se bota, porque uno
carga en la psiquis todo lo que retiene.
Luego haces gimnasia, te entretienes en otras cosas y no te
preocupas más. Empiezas a mirar el trabajo de otros fotógrafos y a
buscar lo bueno en todo lo que encuentres: libros, revistas, etc. y
sacas lo mejor, y si puedes recortar, sacas lo bueno y lo vas pegando en
la pared al lado de lo tuyo, y si no puedes recortar, abres el libro o
las revistas en las páginas de las cosas buenas y lo dejas abierto en
exposición. Luego lo dejas semanas, meses, mientras te dé, uno se demora
mucho en ver, pero poco a poco se te va entregando el secreto y vas
viendo lo que es bueno y la profundidad de cada cosa.
Sigues viviendo tranquilo, dibujas un poco, sales a pasear y nunca
fuerces la salida a tomar fotos, porque se pierde la poesía, la vida que
ello tiene se enferma, es como forzar el amor o la amistad, no se
puede. Cuando te vuelva a nacer, puedes partir en otro viaje, otro
vagabundeo: a Puerto Aguirre, puedes bajar el Baker a caballo hasta los
ventisqueros desde Aysén; Valparaíso siempre es una maravilla, es
perderse en la magia, perderse unos días dándose vueltas por los cerros y
calles y durmiendo en el saco de dormir en algún lado en la noche, y
muy metido en la realidad, como nadando bajo el agua, que nada te
distrae, nada convencional. Te dejas llevar por las alpargatas lentito,
como si estuvieras curado por el gusto de mirar, canturreando, y lo que
vaya apareciendo lo vas fotografiando ya con más cuidado, algo has
aprendido a componer y recortar, ya lo haces con la máquina, y así se
sigue, se llena de peces la carreta y vuelves a casa. Aprendes foco,
diafragma, primer plano, saturación, velocidad, etc., aprendes a jugar
con la máquina y sus posibilidades y vas juntando poesía (lo tuyo y lo
de otros), toma todo lo bueno que encuentres, bueno de los otros. Hazte
una colección de cosas óptimas, un museíto en una carpeta.
Sigue lo que es tu gusto y nada más. No le creas más que a tu gusto,
tú eres la vida y la vida es la que se escoge. Lo que no te guste a ti
no lo veas, no sirve. Tú eres el único criterio, pero ve de todos los
demás. Vas aprendiendo, cuando tengas una foto realmente buena, las
amplías, haces una pequeña exposición o un librito, lo mandas a empastar
y con eso vas estableciendo un piso, al mostrarla te ubicas de lo que
son, según lo veas frente a los demás, ahí lo sientes. Hacer una
exposición es dar algo, como dar de comer, es bueno para los demás que
se les muestre algo hecho con trabajo y gusto. No es lucirse uno, hace
bien, es sano para todos y a ti te hace bien porque te va chequeando.
Bueno, con esto tienes para comenzar. Es mucho vagabundeo, estar
sentado debajo de un árbol en cualquier parte. Es un andar solo por el
universo. Uno nuevamente empieza a mirar, el mundo convencional te pone
un biombo, hay que salir de él durante el período de fotografía.
Nota publicada el 19/02/2012 en el suplemento Radar del diario Página/12. http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/subnotas/7704-1647-2012-02-20.html
lunes, 6 de febrero de 2012
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